Jordi Ledesma. Lo que nos queda de la muerte. Barcelona: Alrevés, 2016.
A principios de los noventa, la muerte de un joven altera la rutina y la convivencia entre los vecinos de una población de la costa mediterránea que ha vivido una enorme transformación urbanística y sobre todo demográfica en los últimos cuarenta años.
Este inesperado suceso despierta unas sospechas que luego se convierten en conjeturas, pero las respuestas no siempre son sencillas, y menos en pueblos donde a fin de cuentas todo el mundo se conoce, por lo que el vértigo y la confusión convierte a sus protagonistas en extraños de sí mismos.
Jordi Ledesma, a través de un narrador en primera persona omnisciente, construye un texto de impacto y realista que recrea un período reciente de nuestra historia, y nos relata magistralmente cómo el pueblo y sus habitantes se han transformado y esconden en muchas ocasiones un lado más oscuro.
Con un estilo muy cuidado y un amplio abanico de personajes, el autor proyecta y reflexiona más allá de las conductas humanas para zambullirse en los sentimientos, el egoísmo y las discordias de una sociedad dividida donde no es lo mismo vivir en la primera línea de mar que en la segunda.